A veces es perfecto acompañar una comida con una guarnición de patatas, sobre todo si el tiempo del que se dispone es infinitamente corto. Mi sugerencia es coger una patatas de tamanio mediano.
Lo que hay que hacer es nada más y nada menos que lavarlas muy bien, cortarlas en dos longitudinalmente y meterlas a hornear sobre una bandeja de rejillas durante 30-35 minutos. Conseguirás unas patatas crujientes, bien doradas por fuera y blanditas por dentro.
El verdadero toque final es cuando las sacas del horno. Mmmm, qué ricas quedan cuando les añado mantequilla, sal, pimentón (o pimienta picante) y unas hojas de perejil picado. También quedan perfectos con perejil seco.
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